Cada vez es más habitual encontrarnos con que no tenemos a quién acudir cuando tenemos un problema con un servicio contratado. Nos pasa con el proveedor de internet y telefonía, con el de la luz,… y sí, también ocurre con los seguros.
¿No ha sufrido a uno de esos teleoperadores que no tienen ni idea de cómo solucionarle el problema o que simplemente se excusan en que ellos no son los responsables? Y en ocasiones es hasta complicado entenderse con ellos. Pues bien, cuando se trata de seguros, quédese con esta frase: no tiene por qué.
Es fácil que si tiene un siniestro le vuelvan loco para dar con alguien en la compañía de seguros que sepa ayudarle y agilizar el cobro del mismo. O que le asesore como es debido de todas las indemnizaciones que puede reclamar gracias a la póliza de su seguro. En cambio, ése es precisamente el trabajo de una correduría de seguros.
Si ha contratado su seguro a través de un corredor él le dirá todo lo que puede reclamar a su compañía, lo que deben pagarle. Y no sólo eso, será él mismo quien se encargue de gestionar los siniestros para encargarse de que la compañía cumpla en tiempo y forma con usted. Agilizando los trámites y el cobro de las indemnizaciones.
Además tenga en cuenta que cuando hable por teléfono con una correduría no le atenderá un teleoperador comercial que sólo sabe gestionar ventas de seguros o que le desvía de departamento en departamento si no sabe resolver su problema.
En una correduría contará con asesores y abogados profesionales del sector asegurador. Cualquiera no puede ser corredor, sino que tiene que estar formado. Y ése es otro de los valores añadidos que ofrecen las corredurías: la profesionalidad.